miércoles, 26 de noviembre de 2008

CATALUÑA, ESPAÑA Y EUROPA ( 2ª PARTE ) por Joaquín Bochaca


En la Cataluña del Norte la reconquista es a cargo del imperio carolingio. Los francos, dueños de toda la Galia después del triunfo de Poitiers, conquistan la Septimánia y secundados por la población autóctona (visigoda-celtíbera), llegan hasta Barcelona, la cual fué ocupada por Luís el Piadoso el año 801. Este territorio, primero dividido en un montón de condaditos, fue unificado en el entorno del conde de Barcelona, feudatario del rey de Francia. Hasta el conde Borrell II (954-992) que se le independizó aún y restando el vasallaje, el cual duró –a desagrado de numerosas guerras franco-catalanas- hasta la boda de Ramón Berenguer IV con Petronila de Aragón, como ya hemos visto. Sin esperar ayuda de su soberano francés, el conde catalán Borrell II reconquista Barcelona de una breve ocupación árabe de Almanzor, el año 992. En realidad la ayuda francesa no podía llegar, porqué Hugo Capeto –primer rey de la nueva dinastía franca- no estaba en condiciones de enviarla. A pesar de todo, Cataluña permaneció muy marcada por este origen franco.
Por respeto a sus antiguos soberanos, el condado de Barcelona , mas tarde de Cataluña, no se erigió nunca en reino; como lo hicieron otras comarcas peninsulares, como el exiguo Reino de Sobrarbe. Hasta el 1180 documentos publicos catalanes hacen referencia a los reyes contemporáneos de Francia; su escritura no fué la visigoda ( tal como lo era al Reino de Castilla), sinó la carolingia. La toponímia del norte catalán denota que era la escritura y el habla autóctona, y no por eso dejó de estar emparentada con la lengua occitana ó provenzal y reforzada por estos primeros meridionales galos. Fueron estos los primeros conquistadores de la Marca Hispánica, nombre que entonces tenía la actual Cataluña, de la cual derivó el futuro nombre de España. En lo que se refiere al idioma, el catalán es hermano del occitano de Provenza, lengua de trovadores y literaria de Cataluña hasta el siglo XIII, en el cual Ramón Llull ( ó Raimundo Lulio como dicen los manuales de historia que corren por España ) lo sustituyó por el catalán como lengua literária y científica.
Este origen franco determinó igualmente la política de los primeros condes barceloneses, ó catalanes, y también la de los primeros condes-reyes de Cataluña-Aragón, hasta primeros del siglo XIII. Tal política se encarriló casi exclusivamente con Francia. Desde Ramón Berenguer I hasta Jaime I , la política matrimonial y, a veces, las guerras, hicieron posible que la Casa de Barcelona se extendiera en sus dominios desde Lorda (“ Lourdes” ) hasta Marsella. Y por el interior , hasta Nimes y hasta incluso mas al norte. Finalmente, y mediante el Tratado de Corbeil, San Luís de Francia y Jaime I , ventilan y arreglan el pleito franco-catalán. El francés abdicó en sus derechos que aún vindicaba sobre Cataluña, y el catalán renunció a sus territorios del norte del Pirineo, salvo de la villa de Montpellier, donde nació Jaime I.
La política catalana con Castilla estuvo marcada, durante mucho tiempo, por este carácter original. Si repasamos la historia, a uno le da la impresión de que la confederación catalano-aragonesa solo tiene una manía: ayudar a Castilla en su tarea de rechazar los árabes de la península, ya fuera por el mero celo cristiano, ya fuera por solidaridad conracial y sin esperar ninguna reciprocidad. Ramón Berenguer IV , después de casarse con Petronila, inauguró una etapa pródiga en intervenciones a favor de Castilla, en tiempos de Alfonso VI. Fué el monarca catalán quién ayudó a su colega castellano a liberar por vez primera a Almería de los árabes. Fue el mismo Ramón Berenguer IV quién firmó con Alfonso VII el Tratado de Tudilén , por el cual a canvio del retorno de Tarazona, Albarracín y otras ciudades aragonesas que habían estado ocupadas por tropas castellanas sin prévia declaración de guerra, se reservaba el territorio (todavía islámico) de los Reinos de Valencia y Murcia todo y renunciando a toda otra conquista penínsular. Su hijo, Alfonso I , de Cataluña, II de Aragón, ayudó a Castilla a conquistar el Reino de Cuenca, y en terminar ( por su cuenta) la villa de Lorca que le pertenecia según el Tratado de Tudilén.
Alfonso VIII de Castilla, se puso lleno de cólera. Convocó al rey catalán en la villa de Cazorla ( Andalucía) y le hizo firmar un nuevo tratado, con el cual el catalán renunció al Reino de Murcia todo y pasando a ser zona exclusivamente de conquista castellana. Mientras que el monarca castellano renunciaba a unos derechos de señorío –puramente nominales- que tenía sobre la ciudad de Valencia, entonces todavía en manos sarracenas.
Pedro I de Cataluña, II de Aragón, olvidando la situación de apuro en que se encontraban sus dominios en Occitánia, contribuyó de forma trascendental a la victoria de las Navas de Tolosa contra el ejército islámico. Vale la pena decir que, para Cataluña, tal triunfo no representó ningún beneficio. Fué inútil.
Hemos dicho poco que el hijo de este rey catalán, Jaime I, conquistó el Reino árabe de Murcia y la ciudad de Almería todo y regalando a su yerno, Alfonso X el Sabio, de Castilla; por lealtad al Tratado de Cazorla. Sin embargo, Jaime I tenía poderosas razones por abrogar tal tratado, porqué su sabio yerno había ocupado ciudades valencianas ( Utiel y Requena) y había alimentado revueltas de los moros contra los catalanes.
Es curioso como la ayuda catalana a Castilla se alternara con diversas guerras entre ambos Estados peninsulares. Jaime II de Aragón participó, al lado de Castilla, a la reconquista de la villa de Tarifa, en el extremo sur de la península, todo y proponiendo a Sancho IV una alianza a fin de resarcir el Reino de Granada, ultimo reducto árabe de la península. A canvio de esta ayuda el rey catalán sólo reclamó una sexta parte del territorio a conquistar; es decir, el equivalente mas ó menos del Reino árabe de Almería. Sancho IV lo aceptó, pero los nobles castellanos, en enterarse, se indignaron tanto que incluso querían asesinar a su propio plenipoténciario. Gracias a esta peculiar visión política, la reconquista se prolongó durante dos siglos. En el decurso de este tiempo, aconteció una inmigración masiva de berebéres (benimerinos) hacia el Reino de Granada; hecho que produjo una irremediable marca racial.
El plan de conquista del norte de Africa que habían planeado el rey catalán y el castellano, fracasó por la oposición de los nobles castellanos que eran muy influyentes en la corte de su país. Este plan tenía previsto que el río Muluya sería la frontera castellano-aragonesa en el norte de Africa. Al oeste era para Castilla, al este para Aragón.
Mas adelante hubo otro proyecto de cruzada por tal de echar fuera definitivamente a los árabes de Granada, pero esta vez no había compensación territorial para la Casa de Barcelona. Este proyecto, encarnizadamente mimado por el Papa e ideado por Alfonso III (IV de Aragón) se frustró por culpa de Alfonso XI de Castilla; el cual, fríamente y sin apuntar, respondió con una alianza con el Reino árabe de Granada.
Vale la pena decir que los reyes de Aragón hicieron el error político de apuntalar siempre los insurrectos castellanos, aspirantes a la corona de su país. En estos casos, los reyes catalanes hacían prometer que sí ganaban a los sublevados castellanos, estos tenían que devolver el territorio del antiguo Reino de Murcia. Paralelamente, los reyes de Castilla apuntalaron políticamente –y hasta con intervención armada- el pretendiente a la Corona de Aragón , Fernando de Antequera, descendiente del ultimo rey de la Casa de Barcelona, Martín I “ El Humano”. Este monarca murió sin sucesión directa, cosa que hizo presentarse cuatro candidatos: dos por la linea masculina (Jaime, Conde de Urgell y Alfonso, Duque de Gandía); y dos por linea femenina ( Luis de Calabria, Conde de Provenza y el Infante de Castilla, llamado “ de Antequera”, porque conquistó a los árabes esta ciudad andaluza). En el Reino de Aragón permaneció excluida la sucesión femenina –otro rasgo tipicamente francés-. Consecuentemente el pretendido predilecto era Jaime de Urgell, el pariente mas oportuno. Sobre este punto no hay ninguna duda. Pero los motivos que hicieron que el llamado Compromiso ó Sentencia Arbitral de Caspe se decantara por el Infante castellano como Rey de Aragón, no tenían nada que ver con el derecho dinástico. Excepto la coacción ejercida sobre los nuevos síndicos reunidos en Caspe –coacción materializada por la presencia de un ejército de ocupación castellano- el motivo principal que decidió la elección del futuro rey Fernando I fué el Cisma de Occidente, el cual traqueteó la Iglesia.
Efectivamente, el antipapa Benedicto XIII –el aragonés Pedro de Luna- ganó para su causa al prestigioso dominicano Vicente Ferrer, portavoz principal del reino de Valencia en Caspe. El Infante Fernando de Antequera había prometido una obediencia a Benedicto XIII que al final no cumplió, una vez logrado el trono. Mas tarde, Vicente Ferrer fué canonizado, a despecho de haber apoyado un antipapa. “ ¡Sic transit gloria mundi !”
El episodio de Caspe es, sin embargo, el prototipo o la prefiguración, de los reiterados fracasos políticos de Cataluña en sus relaciones con los otros pueblos peninsulares; mal que el catalanismo historicista le haya querido dar una trascendencia que en realidad no tuvo. Estos fracasos catalanes han sido sobretodo hacia Castilla.
Hemos dicho ahora mismo que la Sentencia de Caspe no tuvo el alcance que se esperaba. Porqué, a desagrado de su origen no catalán, el nuevo rey Fernando I pronto marcó distancias con sus parientes de Poniente. Fernando I les dijo que quería seguir siendo un monarca independiente, “ ingratitud “ que puntualmente le sería reprochada.
En el aspecto que tuvo trascendencia la Sentencia de Caspe, fué la de propiciar la unión penínsular, la cual tomaría forma con el matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando II de Aragón. La debilidad de Enrique IV de Castilla (1454-1474) favoreció la unidad penínsular. Los nobles castellanos, una vez mas codiciosos de privilegios, se rebelaron contra su rey bien y presentando como excusa una pretendida ilegitimidad de su hija Juana, y designando como heredero de la corona castellana su hermano Alfonso. En morir este, probablemente envenenado, designaron su hermana menor, Isabel. Enrique IV y su mujer, la reina ofendida, Juana de Portugal, atestaron la legitimidad de su hija y la proclamaron heredera. Diversas ciudades castellanas les hicieron lado. Portugal tomó parte en pro de la Infanta Juana, prometida de su rey, Alfonso V. Isabel de Castilla, una vez casada con Fernando II de Aragón, alcanzó el triunfo y enseguida proclamó la divisa , tan bonita: “ Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando “. La realidad fue, pero, que Isabel montó mas que Fernando, pero de largo. Ya que, cuando gracias a una fantastica lotería histórica, las tierras americanas fueron descubiertas por un navegante aventurero de origen misterioso, que comandó tres carabelas alquiladas por Castilla -es cierto- pero que el dinero lo aflojó el Escribano Racionero (Ministro de Finanzas) de la Corona de Aragón, Lluís de Santángel ( 2) , las nuevas tierras fueron atribuídas a Castilla por Isabel, cuando testó.
Durante tres siglos, los catalanes no pudieron comerciar con America. El unico comercio lo hacen por vía interpuesta, los ingleses. Los galeones cargados de oro, usurpados a los indios por cerderos y gente sin oficio ni beneficio, son abordados y saqueados por la entonces Reina de los Mares y , luego hundidos. A pesar de esto, llegó algo –de hecho llegó mucho- en Sevilla. Y aunque el pueblo español no se benefició ( ni tan siquiera las regiones castellanas o dependientes de Castilla), si que contribuye al enriquecimiento desmesurado de la nobleza y también de una neonobleza de indianos que durante siglos formarán la estructura de poder en España. Esta nobleza, reviscolada de la antigua miseria ( la figura del “ noble arruinado” solo tiene lugar en Castilla), será la creadora de latifundios y hará necesaria una reforma agraria. Reforma que no se materializará por culpa de sectarismos e impotencia, y otros no la harán por la simple razón que la han planteado los de “ la izquierda”.
Fué fatal no solo para los Países Catalanes, mas bien para toda España, el hecho que ni catalanes de Cataluña, de las Baleares y de Valencia (ultra los aragoneses) fueran excluídos del poblamiento de America. Aragón también, aunque es mucho mas próximo de Castilla por razones geográficas, etnicas, culturales y lingüísticas, lo metieron por cintura. España estaba agotada por las guerras insensatas de Alfonso de Trastámara en Nápoles, y después de la caída de Constantinopla , privada del comercio mediterráneo por la piratería turca , Cataluña hubiese podido encontrar una compensación a estos aprietos el el comercio con el Nuevo Mundo, pero no. No solo no le permitieron ( de mala gana del “ tanto monta “), sinó que se vió condenada a ver como su propio rey arruinaba la marina catalana. Esta marina era una de las mas gloriosas de la Alta Edad Media. De manera que en bien pocos años de los astilleros de Barcelona ya no salió ninguna nave, y eso que antes eran los astilleros de mas fuerte producción de Europa.
Este exclusivismo castellano fué fatal para España, la cual se vió privada de la marina catalana, mientras que la castellana continuaba siendo muy débil ( 3 ) y el comercio con America fué acaparado prácticamente por la marina inglesa y holandesa, llegaba la guerra de corsarios. Además, la población castellana no era suficiente para colonizar sola el Nuevo Continente y esto permitió que otros pueblos se establecieran. Los anglosajones tardaron un siglo y medio en iniciar la colonización de America del Norte, cosa que los castellanos fueron capaces de realizar y que estaba vedado a los catalanes. Sin esta medida de exclusión, España no se hubiese revelado tan incapaz por desarrollar y conservar estos territorios. Toda America hubiese profesado la religión catolica (cosa que, según sus apologistas, molestaba tanto a la reina Isabel) y no se hablarían mas lenguas que las de la Península Iberica.
Tratada como a una extranjera, Cataluña pagó las consecuencias de ser el unico pueblo europeo que tenía prohibido ir a América. Fué justamente Cataluña que era el país del soberano que había patrocinado este descubrimiento. Castilla debía a Aragón el hecho de entrar en politica internacional, gracias a las posesiones italianas. Castilla pagó el favor a Cataluña usurpándole aquellas posesiones, aunque perdiendolas después de muchas batallas ganadas y de una sola guerra perdida, además de excluir a los catalanes de la colonización de America y de sus nuevas conquistas en el norte de Africa. En esta parte de Africa, la continuación de la política catalana hubiese frustrado el establecimiento de toda potencia extranjera. Castilla olvidó que las primeras tierras africanas que se anexionó, el archipiélago canario, costó muchas vidas catalanas, cual cosa permaneció sin retribución, ni agradecimiento ni tan siquiera oficial.
Una vez mas, la envidia (de nacionalidad española, como la avaricia es francesa y la hipocresía es inglesa) había cerrado el paso a España en el camino de la grandeza, bien y encauzandola hacia la ruina.
Isabel murió en 1504. Designó a su marido como gobernador de Castilla, pero fué expulsado y cubierto de sambenitos. Los castellanos prefirieron tener un principe extranjero, Felipe de Austria, llamado “el Hermoso” ( quizá fuera eso) y una princesa loca, doña Juana ( 4 ) que no el marido de la reina Isabel. Isabel, como su pueblo, olvidaron enseguida el “ tanto monta “.
Fué entonces cuando Fernando el Católico se dio cuenta de sus errores y los quiso enmendar.
Con objeto de contrarestar las codicias de Felipe el Hermoso, ayudado por Luís XII, ambicionaba la corona de Nápoles y también para dar a Aragón un heredero que rompiera la unión –Tanto monta, No monta tanto- con Castilla, Fernando el Católico firmó el Tratado de Blois (1505). Este tratado concluye un acuerdo de matrimonio con Germaine de Foix, sobrina del rey de Francia. De este enlace nació un heredero, en Valladolid, pero murió dos horas después del alumbramiento.




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