domingo, 30 de noviembre de 2008

CATALUÑA, ESPAÑA Y EUROPA por Joaquin Bochaca (parte final)


Por bien que la unión entre las coronas de Castilla y Aragón fuese puramente personal, la sola dinamica del poder posibilitó que éste se desplazara de poco en poco al centro de Castilla. Primero, el poder radicaba en Valladolid y después en Madrid, en detrimento de la periferia.
Contado y debatido, pasó aquello que finalmente tenía que pasar: Castilla se anexionó, tanto los territorios de la Corona de Aragón, como los de Navarra.
Pero eso si, de la anexión Castilla le llamaba unión. Porqué las leyes del Código Civil de Castilla se volvieron “Código Civil de España” bien y imponiéndose a otros pueblos contra su voluntad y, también, contra su utilidad. Porqué la politica que siguió Castilla, con el nombre de “ española”, no era otra cosa que castellana.
Poca importancia tiene que en tiempos del primer Borbón, Felipe V, desapareciese el autogobierno catalán. Ya se había perdido lo esencial: la confianza. Desde entonces acá –practicamente desde el principio- la desconfianza ha sido el común denominador de las relaciones entre el centro y la periféria de la Peninsula Ibérica. Y como muestra un botón, fijaros en el caso de la Armada Invencible. Esta famosa flota estaba compuesta en gran parte de navíos portugueses, ya que la marina catalana ya no existía y la castellana no existió jamás.
A Felipe II le gustaban los barcos portugueses; entonces confió la comandancia de la Armada Invencible a un andaluz, el Duque de Medina Sidónia, gran capitán de tierra firme, pero que en su vida había navegado jamás. Cuando éste respetuosamente, planteó al rey que era poco diestro en los asuntos de la mar, el monarca tuvo una respuesta lapidária: “ No confío en los hombres, sinó en la Providencia “. Y la Providencia le demostró que no es prudente de confiar en los milagros cuando se dispone de medios naturales para alcanzar un objetivo. Y estos medios existían en Portugal y en Cataluña. Estaba Requesens, el vencedor de Lepanto; estaba Margarit; estaba Adolfo Vas-Nuhnes y otros navegantes portugueses, que no necesitaban ningún milagro ni ninguna excusa como una tempestad que hundió solo los barcos españoles, pero no los ingleses.
El caso catalán en vista el Estado español, no es unico, ni tiene nada de original. Algo de semblanza ocurrió y continua pasando alrededor de la geografia europea.
El muy democrático Estado francés ahoga por sistema los llamados “ particularismos” de Occitánia, de Córcega, de Alsácia, de Bretaña y de la Cataluña del Norte.
Hace pocas decadas pasó una cosa mucho peor, me refiero a los “ sinn-feiners” irlandeses. Y ya no hablamos de las innombrables expoliaciones masivas contra minorías alemanas de los Sudetes o del Bánato; o las humillaciones que sufren los alemanes del Tirol del Sur. Vale la pena decir que un puñado de movimientos regionalistas, nacionalistas, autonomistas – la eterna y babélica riña de calificativos- se encuentran infiltrados por el Enemigo, pero esto no quita ni una brizna de su valor, de su postura. Y sobretodo, de la actitud personal de estos regionalistas, ya que si bien sus movimientos están minados, también lo están – hasta el tuétano- los régimenes de los Estados. No hay nada mas centralizador que el comunismo.
Uno de los argumentos contra las autonomías regionales o contra los régimenes forales o “ especiales “, es el farisaico e interesado: “ Ahora que todo el mundo habla de hacer Europa, no iremos a balcanizarla en cincuenta reinos de Taifa”. No se trata de fragmentar, de dividir, ni de enfrentar. Lo que hace falta es efectuar una unión real, basada en HECHOS tal y como son; bien y extrañando la irritante situación de colonialismo cultural ( y a veces , mas que cultural). Hace falta aniquilar de una vez y para siempre las riñas faltas de consistencia entre los pueblos hermanos de Europa.
Se ha dicho, de Madrid estando –y suponemos también desde París, Londres ó de cualquier otro centro oficial multiregional- que si catalanes, vascos , occitanos, bretones, escoceses… hubiésen conseguido la hegemonía politica, no hubiesen otorgado ninguna autonomía cultural ni interna a castellanos, franceses, ingleses, etc. Puede muy bien ser. Solo Dios podría saberlo. Y usamos una forma verbal condicional porqué, según el Evangelio de San Juan, Dios es REALIDAD , no hipótesis.
Nunca se podrá saber aquello que hubiése pasado a la cultura castellana si Fernando el Católico hubiése tenido un heredero de sus segundas núpcias con Germana de Foix; o sí, anteriormente, no hubiése muerto envenenado el Principe de Viana o si Inglaterra no hubiése pactado con el primer Borbón español (¿?) bien y abandonando a los Países Catalanes a su suerte, el 1713. Felipe V de España entregó a los ingleses Gibraltar y Menorca a cambio que estos retiraran la ayuda militar y diplomática a los catalanes. Esto lo estipuló el Tratado de Utrecht.
Lo que sabemos es aquello que ha pasado; que dicho sea de paso, no fué una historia hermosa.
Pero si admiten que la historia se hubiese desarrollado al revés (cosa que personalmente, con ciertos matices, nos sentimos decantados a admitir) esto no saca ninguna brizna del valor de la compostura autonomista; al contrario, lo refuerza.
Los hipernacionalismos centralizadores de la Edad Moderna RESTARON, y la nueva Europa , si quiere hacerse, no puede restarse, sinó SUMAR. Del mismo modo que una España castellana (sin Bascónia y contra los catalanes), distrajo fuerzas y energías para asegurar el predominio del centro sobre la periféria peninsular, renunciando a la colonización del norte de América y prefiriendo que fuera poblada por ingleses (igual que Australia) antes que por catalanes y aragoneses. Asi como, en la epoca contemporánea y en otro nivel de situación, Inglaterra, por tener celosía de Alemania, prefirió mas perder su imperio en beneficio de americanos y soviéticos, antes que ver como la Alemania nacionalsocialista hacía realidad la Nueva Europa, el 1940. En nuestros dias, el inmovilista centralismo que conocemos puede contribuir a entregarnos a todos juntos – atados de pies y manos- al mas centralista de todos los sistemas imaginables: el centralismo soviético.
Y como colofón final, quiero hacer una advertencia a mis connacionales catalanes. No os dejeis encaprichar por los encantos de la llamada Democrácia Europea. No sea que, por rehuír del “ sucursalismo” político, creémos partidos (ó mas bien dicho , capillitas) a montones, todos ellos adjetivados “ democráticos “ y muchos también “ socialistas “. En este momento en Cataluña (1979) hay mas de treinta partidos políticos.
De este modo creemos los catalanes que nos alejamos del sucursalismo de partidos de Madrid, cuando en realidad caen dentro de la órbita de los mal llamados partidos europeos, que merecerían llamarse “ partidos ubicados en Europa “. Esto no es serio, recordemos que nadie se acordó del Sahara exespañol hasta que fueron descubiertos los yacimientos de fosfatos. Ahora se ha encontrado petroleo –parece que hay en abundancia- delante de las costas de Tarragona. De repente, por este motivo o por querernos utilizar como ariete político, a las “ centrales “ europeas de la socialdemocracia comienzan a hacernos halagos. Por lo que mas queráis , ¡¡ no hagámos el “ polisario “ !!
La patria de Balmes, Verdaguer, Maragall, Muntaner, Llull, Raimon de Panyafort, Albéniz, Granados, Monturiol y Ausiás March, no es un vericueto hosco destinado a servir de campo de batalla, mal que sea una batalla política rellena de intereses mezquinos y bordos, fuera de la cuestión debatida.
Cataluña no ha de ser el cortahierro de la democracia en España, sinó que tiene que emplear sus reservas espirituales y físicas en la modesta medida que le ha dado la naturaleza. Tiene que procurar en la tarea magna y encendida de contribuír ( no restando, sinó SUMANDO ) a la gloriosa unidad de la patria común: Europa.
Es aleccionador el caso de España, el caso ibérico, ya que Portugal solo se salvó de un verdadero botín unificador gracias a la ayuda –naturalmente interesada- de Inglaterra. Y esto es aleccionador para los que queremos una Europa auténticamente unida, porqué la queremos en primer lugar, y también porqué es el factor esencial para sobrevivir.
El caso ibérico es el mejor exponente de aquello que no hay que hacer por tal de conseguir la actualización de la Idea Política de Europa.
Europa no se hará a partir de mesianismos locales. No se hará tomando como punto de partida los vericuetos del Yorkshire, ni la meseta carpetobetónica, ni las heladas tierras de Prusia, ni el genio francés arrastrado por un genial aventurero, como Napoleón. Europa se edificará con la aportación de todos. Colaboración en las obligaciones, pero también en la gloria y en el beneficio. Y la colaboración de todos no se puede hacer a partir de un artificial monolito uniformista, sinó con el respeto con esta maravillosa variedad europea, genio de la Humanidad.
Unidad en la variedad, he aquí la formula salvadora. Uniformismo mesiánico, es la formula del fracaso, tal como experimentaron todos aquellos europeístas (sin saberlo) que fueron Felipe II, Luis XIV, Napoleón Bonaparte y en cierto modo Adolf Hitler, o almenos muchos de sus hombres de confianza.
Imaginémonos por un momento que hubiera pasado si elementos como Tervoben en Noruega, Koch en Ucrania y el propio Ribbentrop, en sus tratos con representantes de la órbita alemana, si se hubieran sentido no “ tan alemanes “ y si, “ mas realistas “, y al fin y al cabo, mas humanos.
Alguien podrá alegar que Europa sería “ mas facil “ con un solo gobierno monolítico. ¡¡ Iros a saber !! Si hubiése un solo idioma, en lugar de veintinueve, si hubiése una sola nación , en lugar de cuarentaytres, si hubiése unas costumbres unicas, portadores de una ley exclusiva, en lugar de casi cincuenta. Pero todo eso no es así. Y nadie quiere renegar de su pasado. Nadie quiere perder las señas de identidad. NI NADIE LAS HA DE PERDER.
Europa se hará con un gobierno único para los asuntos exteriores, la diplomacia, el ejército, la seguridad interna de aspecto general y las cuestiones financieras. Con una autonomía interna anchísima, naturalmente compatible con la seguridad global, con todo aquello que atañe la propia Cultura y el desarrollo intestino de cada una de las naciones –o regiones, ¡ Da igual el nombre ! que la integran. Europa se hará dentro del respeto mutuo de todos sus miembros. En la unidad sin tiranía. En la variedad sin traición a la patria común. Con el afán colectivo de llevar la Humanidad hacia cotas nunca imaginadas hasta ahora. Cotas que la Era Espacial abre posibilidades inverosímiles al genio de nuestra raza. Europa se hará cuando, ¡ finalmente! Sea una realidad la Europa de los pueblos. O no se hará.



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NOTAS


( 1 ) Francis Parker Yockey : “ Imperium “

( 2 ) La Corona de Aragón adelantó todo el dinero necesario para la empresa de viaje de Cristóbal Colón ( 1. 140.000 maravedíes ). Esto puso punto final a las dudas de Isabel, la que, ni vendió ni empeñó sus joyas, tal y como pretende la leyenda posterior.
Quién firmó las capitulaciones y los nombramientos reales al “ Almirante y Virrey Colón “ fué el catalán Joan de Coloma, Secretario de Fernando el Católico. Este fue el artífice del acuerdo pactado entre Colón y la pareja real. Los doce sacerdotes catalanes que acompañaron a Colón en el primer viaje, fueron los primeros evangelizadores del Nuevo Mundo. Y si los castellanos hermanos Monzón fueron los jefes navales de la expedición, fue un catalán, Pere Margarit, el jefe de la misión militar.
A pesar de todo, Isabel cuando testó, atribuye la gloria y el provecho del descubrimiento, exclusivamente, a Castilla.

( 3 ) Cuando mas tarde, en Lepanto, una semireconstruida marina catalana participó en la derrota naval de de los turcos, con el concuerdo de las flotas de Venecia y del Papado, se dio la comandancia oficial de la escuadra ( entonces ya llamada española ) al hermano bastardo del rey, el que con mucho esfuerzo apenas había visto el mar. Hace falta hurgar libros de historia muy minuciosos con tal de “ descubrir “ que la comandancia efectiva de la armada española era a cargo de un catalán, Lluís de Requesens.

( 4 ) Rodríguez Villa : “ La Reina Doña Juana la Loca “ , pagina 174.