"A las almas desgarradas por la duda y el negativismo del siglo les intentamos restituir el consuelo de las grandes certezas.
No discutimos a Dios y su virtud; no discutimos la Patria y su Historia; no discutimos la autoridad y su prestigio; no discutimos la familia y su moral; no discutimos la gloria del trabajo y su deber [...]
No discutimos la Patria, o sea, la Nación en su integridad territorial y moral, en su independencia plena, en su vocación historica [...] Sin recelo colocamos el nacionalismo portugués en la base indestructible del Estado Novo [...]
No discutimos la autoridad. Es un hecho y una necesidad: solo desaparece para reconstituirse, solo se combate para entregarla a otras manos. Es ademas un alto don de la Providencia, porque sin ella no sería posible la vida social ni la civilización humana [...]
No discutimos la familia. En ella nace el hombre, en ella se educan las generaciones, en ella se forma el pequeño mundo de afectos sin el cual el hombre dificilmente podria vivir. Cuando la familia se deshace, se deshace el hogar, se desatan los lazos de parentesco, y quedan los hombres delante del Estado aislados, extraños, sin protección y moralmente desnudos [...]
No discutimos el trabajo ni como derecho ni como obligación. No lo hacemos como derecho, porque sería igual a condenar a los que no tienen mas que sus brazos a morir de hambre; no lo hacemos como obligación, porque sería conceder a los ricos el derecho a vivir del trabajo de los pobres. Porque de él se alimenta la vida, porque de él proviene la riqueza de las naciones y porque de él nace la prosperidad de los pueblos, el trabajo es gloria y es honra [...]"
No discutimos a Dios y su virtud; no discutimos la Patria y su Historia; no discutimos la autoridad y su prestigio; no discutimos la familia y su moral; no discutimos la gloria del trabajo y su deber [...]
No discutimos la Patria, o sea, la Nación en su integridad territorial y moral, en su independencia plena, en su vocación historica [...] Sin recelo colocamos el nacionalismo portugués en la base indestructible del Estado Novo [...]
No discutimos la autoridad. Es un hecho y una necesidad: solo desaparece para reconstituirse, solo se combate para entregarla a otras manos. Es ademas un alto don de la Providencia, porque sin ella no sería posible la vida social ni la civilización humana [...]
No discutimos la familia. En ella nace el hombre, en ella se educan las generaciones, en ella se forma el pequeño mundo de afectos sin el cual el hombre dificilmente podria vivir. Cuando la familia se deshace, se deshace el hogar, se desatan los lazos de parentesco, y quedan los hombres delante del Estado aislados, extraños, sin protección y moralmente desnudos [...]
No discutimos el trabajo ni como derecho ni como obligación. No lo hacemos como derecho, porque sería igual a condenar a los que no tienen mas que sus brazos a morir de hambre; no lo hacemos como obligación, porque sería conceder a los ricos el derecho a vivir del trabajo de los pobres. Porque de él se alimenta la vida, porque de él proviene la riqueza de las naciones y porque de él nace la prosperidad de los pueblos, el trabajo es gloria y es honra [...]"
Antonio Oliveira Salazar, discurso de Braga, 28 de mayo de 1936.
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